Me contaron que lo que más sorprendente en un país como Nicaragua es la sonrisa que te regala un niño a cambio de nada.
Foto: Sofía Valverde
Poema del nicaragüense Francisco Javier Bautista Lara
Sentires de un niño
Ven, acompáñame,
no me digas nada,
come conmigo, parte esto,
no, no importa que no sepas usar los cubiertos,
solo te pido, lávate las manos;
sí, puedes comer con los dedos.
¿Así lo prefieres?
Ten calma, despacio;
te vas a atorar.
Todo el pedazo es tuyo,
al menos este pedazo.
Es cierto, quizás después no tendrás más;
recuerda el sabor de todo y guárdalo,
al menos como una esperanza,
un motivo que también tiene gusto,
que es agradable, es un punto de apoyo,
que alguien quiere compartirlo con vos.
¿Que no te agradan estas fechas?
Dices que las campanitas a veces
suenan con tonos muy tristes;
tienes razón.
No para todos las campanas
suenan lo mismo,
para unos son fúnebres, para otros festivas;
Pero, ¿qué me dices
de las lucecitas intermitentes,
de los arbolitos adornados,
de los vistosos colores?
Todos son ajenos, yo no tengo, no los puedo tocar.
¿Te gusta este carrito de plástico?
no usa baterías, es de fricción,
mira como corre, mira como gira.
Hijo mío, ¿puedo decirte así?
Tus ojos tienen luz.
Tu cara también sonríe.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario