jueves, 25 de septiembre de 2008

La mujer que lo contó todo

Estas líneas son de un relato mío sin terminar. Por si no llegara a publicarse (o tardara años en hacerlo), copio un fragmento para compartir con los lectores de este blog.

Alguien le dijo que no existía. Entonces, a la mañana siguiente se dio cuenta de que era verdad. ¿Dónde había estado todo este tiempo? Lo único importante ahora era recuperar su existencia. Pese a que aceptó esta circunstancia sin más, era extraño que hasta aquel momento ninguna otra persona le hubiera advertido de ello. Una letanía de recuerdos del pasado todavía le mantenían absorta de cómo pudo haber vivido tantos años sin existir. Pero, a la vez, al pensarlo hondamente, le daba risa. Las cosas que no existen también tienen su peso sobre nosotros, como los muertos, se decía. Las cosas que no existen, inequívocamente, también nos atraen.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Contarlo todo, al igual que ocultarlo todo, es una utopía. Y, como tal, inalcanzable. Existen rincones suficientes -y necesarios- en nuestra alma para que se escondan matices, se sedimenten detalles y se distorsionen opiniones ajenas. El todo se revela, de esta forma, como algo inabordable, como un imposible justificado.

La Gata Ciempiés dijo...

Hey, creo que está muy bien, ¿por qué no lo acabas?